viernes, 12 de agosto de 2022

Desafiar la competencia de la CIJ

 Venezuela debe oponer e invocar la incompetencia de la Corte Internacional

      • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS
        Publicado el 12/08/2022  
        EL UNIVERSAL


Hay calma e indolencia generalizada en relación con el muy grave conflicto territorial con Guyana –léase Inglaterra– y con pesadez e inercia avanzamos hacia el patíbulo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que Ab initio debió declararse incompetente ante la espuria demanda de Guyana porque prevalece el Convenio de Ginebra o ley entre las partes, cuyos medios pacíficos no se agotaron. Tan inexplicable calma me recuerda unos versos del magnífico poeta venezolano –el mejor de todos– Alfredo Arvelo Larriva:

Calma terrible. En lontananza
La soledad solemne y mustia.
Ni la angustia de la esperanza.
Ni la esperanza de la angustia.


Ese aplazar una debida y congrua reacción legal ante la abominable felonía de Guyana al interponer una demanda contra Venezuela en la CIJ, es muy lamentable e inaudito. ¿Cómo es posible que Venezuela se limite a planificar su defensa en la CIJ cuando su deber o responsabilidad eminente es denunciar ante el forum internacional –la más augusta comunidad imaginable– el inmenso ladronicio perpetrado contra nuestra patria, a la cual robaron más de ciento sesenta y siete mil kilómetros cuadrados? Tánta pasividad es desoladora y debe causar repulsa e indignación en el súper bravío pueblo que se libertó a sí propio y a cinco pueblos más: Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Panamá.

Lo procedente, insisto, es denunciar ante la Corte Penal Internacional la batería de crímenes que urdió y ejecutó Gran Bretaña contra Venezuela en 1898 (habría un lógico escándalo mundial). Todos saben –aunque por su inacción parecieran no saberlo– que hubo una tan evidente cuan vergonzosa farsa de arbitraje en 1899, en el cual a Venezuela no se le permitió defenderse porque Gran Bretaña alegó con detestable reiteración que ningún juez británico estaba dispuesto a sentarse al lado de un “jurista de color”, lo cual ipso facto e ipso iure constituyó y constituye (por su imprescriptibilidad) un Crimen de Lesa Humanidad a tenor del Art. 7 del Estatuto de Roma que tipifica como tal la persecución por motivos políticos, raciales, culturales, nacionales u otros.

En el sedicente “laudo” hubo de todo eso y el ruso Martens, presidente del laudo, aseguró contra Venezuela que Rusia e Inglaterra, por “mandato divino”, debían conquistar y civilizar los pueblos “semi-bárbaros. Tal infamia la profirió en impúdico apoyo del abogado británico Webster, cuando éste alegó que ese territorio no podía entregársele a Venezuela por ser un “país semi-bárbaro”. Y por eso el Tratado Arbitral de Washington no negoció con venezolanos, a quienes, ratifico, Gran Bretaña llamó “indios bananeros con olor a trópico y negros” con quienes no discutirían en la misma mesa…

Así que el crimen de lesa humanidad consistente en la abominación de discriminar a los venezolanos por motivos raciales, perjudicó en grado sumo a Venezuela por la indefensión consiguiente puesto que ¡¡¡ni uno solo de los árbitros era venezolano!!! Venezuela estuvo “defendida” ¡¡por cuatro árbitros estadounidenses!! pero Inglaterra sí contó con “árbitros” ingleses…

En el “arbitraje” de marras hubo un gran cúmulo criminoso: falsificación, estafa (simulaciones y disimulos), extorsión, fraude procesal, sobornos y prevaricación. Tan increíble sarta de crímenes hasta indujo al testigo británico Harris a admitir lo espurio de la conducta arbitral: “The whole thing is a farce” (“todo es una farsa”). El secretario del principal juez británico (Rusell) escribió la víspera del fallo: “Marten’s deal has given us victory” (“la componenda de Martens nos dio la victoria”). Los jueces Martens (ruso) y Brewer (británico) confesaron que la decisión respondió a un “compromiso”: los ingleses usaron mapas falsificados en el “Ministerio de Colonias”

Y Prevost, árbitro estadounidense, afirmó en su denuncia póstuma: “fue injusto para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante, donde Gran Bretaña no tenía la menor sombra de derecho"“The Times” (Londres) informó que Prevost y el expresidente Harrison aseguraban que el laudo se dirimió “con criterios no técnicos y nada hubo que explicase bien la línea fronteriza establecida". La revista inglesa Review of Reviews: “El territorio que el Laudo concedió a Venezuela no vale ni un billete de cinco libras”.

En suma: además de aquel inicial y repulsivo crimen de lesa humanidad contra Venezuela por el “apartheid”, también se perpetró otro por el robo cometido por Gran Bretaña que, a su arbitrio, trazó una línea fronteriza y despojó a Venezuela de una región inmensa y riquísima. El robo –lato sensu– se consumó con la farsa de arbitraje de 1899, en el cual, reitero, hubo completa indefensión de Venezuela porque ¡¡¡ni uno solo de los árbitros era venezolano!!!

Desde Nürnberg se acepta que autores de muy graves delitos económicos pueden ser responsables de crímenes de lesa humanidad, porque son actos de persecución. Y así mismo los autores del “apartheid”, porque las NN.UU., en la Convención Internacional al respecto, en su resolución 3068 (XXVIII) del 30-11-1973 (en vigor el 18-7-1976) estableció que “los actos inhumanos debidos a la política de apartheid están calificados de crímenes de lesa humanidad”.

aaf.yorga@gmail.com

http://www.eluniversal.com/el-universal/134528/desafiar-la-competencia-de-la-cij

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